MICROHISTORIA DE TILZAPOTLA
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MICROHISTORIA DE TILZAPOTLA
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La toponimia de la palabra Tilzapota, originalmente era Tlilzapotla, pero al adaptarse a la lengua española quedó como la conocemos en la actualidad; deriva de tres raíces de origen náhuatl:
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Tlilli = negro o prieto
Zapotl = zapote
Tla = lugar o abundancia
Tilzapotla = lugar donde abundan los zapotes prietos
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El 16 de julio de 1913, el pueblo de Tilzapotla es incendiado y arrasado por el ejército federal comandado por el coronel Luis G. Gamboa.
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Gobernaba en ese tiempo como Presidente de la República Mexicana, el usurpador Victoriano Huerta, que meses antes se había hecho del poder de manera fraudulenta, al traicionar al Presidente de México Francisco I Madero, ya que éste lo había comisionado para estar al mando del ejército federal y combatir a los rebeldes que se habían sublevado en la ciudad de México en contra del legítimo gobierno que él representaba; pero en lugar de cumplir con patriotismo el mandato que se le había encomendado, se unió secretamente con los sublevados en la embajada de Estados Unidos en México que presidía Henry Lane Wilson, que de manera perversa e ilegal, también maniobraba en contra de Madero, firmando un documente en este lugar conocido como “El Pacto de la Ciudadela”, pero que se conoce comúnmente con el nombre de “Pacto de la Embajada”, conociéndose este lamentable suceso histórico como “La Decena Trágica”, ya que el cuartelazo inició el 9 de febrero al 18 del mismo mes de 1913, en que en este último día, el Presidente y Vicepresidente de México son hechos prisioneros, obligados a renunciar y asesinados el 22 de febrero por mandato de Victoriano Huerta; que había maniobrado hábilmente para que el Congreso de la Unión lo nombrara como Presidente Interino de México, mandándoles enseguida un comunicado a los gobernadores de las entidades del país, enterándolos de que él era el nuevo Mandatario de la Nación; por supuesto, hubo un nuevo levantamiento armado ahora con el llamado “Plan de Guadalupe” lanzado por el gobernador de Coahuila Venustiano Carranza, para derribar del poder al usurpador, criminal y traidor Victoriano Huerta.
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Los ciudadanos de la cuadrilla de Tilzapotla cumpliendo con su patriótico deber, habían acudido al llamado de la rebelión tomando parte en esta ocasión al lado del ejército zapatista, y otros más participarían con revolucionarios guerrerenses por la misma causa. En este pequeño poblado circundado por cerros y alejado de las principales vías de comunicación parecía el lugar perfecto para realizar reuniones y trazar estrategias militares que los llevara a obtener los triunfos deseados en los enfrentamientos bélicos y debilitar al enemigo a vencer. Pero no se contaba con que hasta este lugar tan apartado llegarían agentes de gobierno infiltrados con los revolucionarios, de esta manera los tres niveles de gobierno se informaron de que en este pintoresco pueblo, además de abastecerse de alimentos, los rebeldes se surtían de lo más elemental en el arte de la guerra y maniobraban hábilmente para combatir a las fuerzas federales adictas al gobierno usurpador. Enterado el gobierno local y federal de las maniobras que se realizaban en esta provincia, trazaron un plan siniestro para para borrar de la faz de la tierra al poblado con sus habitantes, y sobre todo aniquilar a los guerrilleros zapatistas. Su plan criminal consistía en envolver a la población con tres contingentes, atacando por tres frentes: uno formado por soldados de regulares estacionados en Buenavista de Cuellar, atravesarían las empinadas faldas del cerro del “Ocotlán” o “Cerro Frío”, y atacarían por la parte suroeste; otro destacamento establecido en Amacuzac, que unido al contingente de la hacienda de San Gabriel, caerían sobre la cuadrilla por el rumbo noroeste; un escuadrón más formaban el ejército federal al mando del coronel Gamboa, entraría por la parte que corresponde a la cuadrilla de Chisco y atacaría por la parte norte y noreste, de tal forma que el pueblo quedaría copado por las tres fuerzas militares sin ninguna posibilidad de que alguien pudiera escapar. Pero el plan no tuvo el resultado que ellos deseaban, pues el cabo de regulares Ruíz Niera que comandaba a los de Buena Vista, atacó antes sin esperar a los demás, seguramente tratando de conseguir por sí mismo el mérito de esta empresa, o desesperado por la tardanza de sus aliados atacó sin pensarlo más; además el coronel Gamboa no pudo pasar por el río crecido en Chisco por lo que tuvo que bordear cuesta arriba hasta llagar a cajones y pasar por el puente del ferrocarril, llegando al lugar de reunión a las 5:00 P.M., cuando los aproximadamente 30 zapatistas que se habían reunido allí, ya habían huido sin ningún problema, aunque la información recibida en cuanto al número de rebeldes concentrados en este lugar era el de una cantidad mucho mayor, de ahí el despliegue de fuerzas militares. El siniestro coronel Gamboa de inmediato y sin ninguna contemplación ni miramiento da la orden de incendiar y arrasar con el pueblo de Tilzapotla, ardiendo los tres barrios que había en ese entonces: “La Cucaracha”, “La Chancla” y “El Grillo”; quemándose la población hasta sus cimientos, quedando en pie únicamente una vivienda, condoliéndose algunos militares al ver que en una de ellas había un niño de brazos con aproximadamente dos meses de haber nacido, que lloraba tal vez contagiado por la histeria de la gente que veían impotentes como sus casas eran devoradas por las llamas, y de su madre asustada más por temor de la seguridad de su niño que por la pérdida de su casa, pedía clemencia para que no le pasara nada a su hijo, que se llamaría más tarde cuando lo registraron con el nombre de Marcos Ocampo conocido ya adulto con el seudónimo de “Marcos el Pando”; de esta manera únicamente quedó en pie esta casa, el resto de ellas quedaron convertidas en cenizas. Los pobladores de este lugar que se habían quedado, dormirían a la intemperie (si es que pudieron dormir), sin alimentos únicamente con la ropa que tenían puesto, ya que el maíz, frijol, chile, etc., más las aves y ganado que poseían, se los confiscaron los federales. Podemos imaginar que algunos ciudadanos de este lugar que participaban activamente como guerrilleros en las fuerzas zapatistas del momento, tuvieron que salir huyendo junto con todos los revolucionarios, pero otros tantos se quedarían acompañando a sus familiares dispuestos a sufrir con ellos solidariamente el fatal desenlace de esta tragedia; algunos varones jóvenes tal vez por la fuerza de las armas se los llevaron como leva, que era una práctica común en aquellos tiempos para engrosar las filas del ejército federal que en esta región no era tan numeroso, ya que la mayor parte de soldados se había mandado a combatir al norte de la República Mexicana, donde se encontraba en estos momentos, el fragor de la refriega en los enfrentamientos bélicos por el gran número de rebeldes surgidos en esta zona.
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Después de consumada tan nefasta misión, los tres contingentes se dirigieron a la cuadrilla de Chisco; cometiendo los mismos atropellos y criminales actos que ya habían realizados en este lugar; incendiando y arrasando la población sin ninguna consideración, también quedó esta comunidad convertida en cenizas y sus habitantes únicamente con lo que llevaban puesto. Los dueños de la hacienda de San Gabriel lamentaron que también se quemaron las casas de su propiedad establecidos en estos lugares. En Tilzapotla, se consumió en las llamas la casa de comercio comprada en $400.00 a María Espín con todas sus pertenencias, la panadería &c., las dos escuelas, el juzgado, la casa de Concepción Benítez &c. En Chisco, La casa de la estancia construida por don Ramón Redecasas; la cantina comprada a la viuda de Juan Ocampo &c. (En lo que se refiere a la quema de las dos escuelas, seguramente una correspondía a la población de la cuadrilla de Chisco, y la otra a la cuadrilla de Tilzapotla)
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Después de estos hechos tan lamentables, las familias se dispersaron por diferentes lugares. En el caso de los habitantes de Tilzapotla, algunas familias se establecieron en la planicie del “Cerro del Jumilar”, otros en el lugar conocido como “La Joya” sobre el cerro del Ocotlán o mejor conocido como “Cerro Frío”, algunas familias se establecerían en la “Piaña”, otros cerca de allí, en el lugar conocido como “El Peligro”, otros más se refugiaron en la “Cueva del Derrumbado”, sobre el cerro del Ocotlán, la familia Huicochea se estableció en el “Rancho el Gallego” que era de su propiedad, trasladándose posteriormente a Huitzuco Guerrero, donde llegaron otros vecinos del mismo lugar buscando seguridad para sus familiares.
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Pasado el tiempo, y después de padecer los estragos de la guerra, cuando la lucha armada empezaba a amainar, la gente originaria de Tilzapotla, aunque se encontraban dispersos todavía, se empezaron a reunir para planear la refundación del pueblo, ya no en el mismo lugar de origen porque lo consideraron riesgoso por los dos brazos de barrancas que envolvían esta área, sino que eligieron una espacio más arriba del primero, conocido como “La Mesa de las Escobas” o también como “La Mesa del Pochote”. Decidieron traer un ingeniero de Buenavista de Cuellar (Ignacio Estrada Ocampo) para que trazara a cordel el nuevo asentamiento, dejando en el centro un gran espacio de aproximadamente 90 x 90 metros por lado, dando un total de 8, 100 m2. Aquí edificarían la iglesia y la escuela primaria; aún costado de éstas se estableció la plaza pública, donde se construirían las oficinas de gobierno, el kiosco, y las tiendas de comercio; las calles se dejaron con un espacio de 8 metros de ancho, y los lotes que se asignaron a cada vecino tenían una medida de 45 x 45, sumando un total de 2025 m2. (El perímetro del trazado inicial, correspondía a lo que se conoce hoy como colonia centro, las demás colonias como la Emiliano Zapata y otras se establecerían posteriormente.)
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La traza del poblado se realizó de acuerdo a los planos diseñados por los conquistadores españoles para la fundación de las comunidades, tomando como base el trazado y construcción de la ciudad de México al iniciar el periodo colonial, con sus pequeñas variantes, la mayoría de poblaciones encontraremos al centro la iglesia y la plaza pública, en cuanto al ancho de las calles las medidas varían de un lugar a otro. En el caso de Tilzapotla, se dice que un vecino del lugar propuso que el ancho de las calles tuviera el suficiente espacio donde dos bestias una al lado de la otra pudieran transitar libremente cargadas de zacate.
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No se sabe con exactitud cuándo se refundó Tilzapotla, entendemos con razonamiento lógico que la fundación de un pueblo no se realiza en un solo día, sino que es mediante un proceso en el que las familias llegan a establecerse no todas a la vez; como es el caso de los vecinos de Buenavista de Cuellar que por invitación de los mismos ciudadanos del lugar se vinieron a asentar aquí; como prueba de ello tenemos el ejemplo de la familia Reza, los Mazari, los Sámano, los Uribe, los Estrada, los Ayala, los Arizmendi; o de los Miranda originarios estos últimos del poblado de Cuaxitlán, que llegaron a establecerse en el año de 1922, por mencionar solo algunos casos, dotándoseles de lotes para fincarse con las mismas medidas que los anteriores. Tenemos copia de un censo registrado el 4 de octubre de 1919, donde se inscribieron 752 habitantes, posiblemente el levantamiento de casas se inició al principio de ese año, pero el trazado del mismo pudo ser el año anterior a este, es decir 1918; sin embargo, existen versiones asegurando que algunos ciudadanos ancestrales nuestros, llegaron a afirmar que la repoblación de esta comunidad empezó después de la muerte de Emiliano Zapata.
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Después de que nuestro país había padecido una larga y sangrienta guerra civil, para finales del año de 1920 empezaba a sentirse la tranquilidad y la paz en sus habitantes por mucho tiempo esperada; Francisco Villa se había acogido a la amnistía el 28 julio de 1920, retirándose a vivir pacíficamente a la Hacienda de Canutillo Durango, el gobierno de Álvaro Obregón, se disponía llevar a la práctica las reformas plasmadas en la Constitución Política Mexicana aprobada y promulgada el 5 de febrero de 1917; la reforma agraria era una de las demandas más sentidas y urgentes que atender; ya Francisco I Madero al proclamar el Plan de San Luis, insertó en este histórico documento un pequeño extracto de contenido agrarista, que a la letra dice: “abusando de la ley de terrenos baldíos, numerosos pequeños propietarios, en su mayoría indígenas, han sido despojados de sus terrenos, por acuerdo de la Secretaría de Fomento, o por fallos de los Tribunales de la República, siendo de toda justicia restituir a sus antiguos poseedores los terrenos que se les despojó de un modo tan arbitrario”; como lo señala el párrafo anterior los hacendados latifundistas habían cometido todo tipo de atropellos y violaciones contra los pueblos, torciendo las leyes para favorecer sus intereses y conveniencia, con el apoyo irrestricto de las autoridades porfiristas, usurparon sus propiedades de manera fraudulenta; por eso mismo urgía la repartición de la tierra a los pueblos, con la finalidad de reconstituir los ejidos como propiedad comunal. Cuando se logró hacer realidad esta demanda, no todo mundo quedó satisfecho porque al parecer se utilizó diferente rasero en la distribución de la tierra. En el caso particular del pueblo de Tilzapotla no fue la excepción de sufrir estos ultrajes; así lo constatan varias cartas que son dirigidas al Presidente de la República Álvaro Obregón, suscritas por los vecinos de esta población, en donde le manifiestan que en años anteriores a la revolución, el administrador de la hacienda de San Gabriel, al notar el crecimiento y progreso de nuestro poblado, adoptó como medidas precautorias para defender sus intereses, quitar a los principales vecinos de este lugar las tierras que durante mucho tiempo habían poseído y cultivado, y dándolas al mismo tiempo a los vecinos de Tehuixtla, pueblo que tiene su ejido propio y que está enclavado en el latifundio de San José Vista Hermosa, del que se les concedió una gran extensión de terreno como ampliación de sus ejidos, que hasta la presente fecha no ocupan debidamente, teniendo un sobrante de terreno ocioso de aproximadamente 500 a 600 hectáreas, y ahora contando dichos ciudadanos con el apoyo del C. gobernador de Morelos nos han dejado sin tierras, porque nos han despojado de las que por tanto tiempo hemos poseído, y que cuando nos invadieron, ya la mayor parte de ellas las teníamos preparadas para sembrarlas en el presente año. En este mismo escrito manifiestan que según datos tradicionales de nuestros antepasados el pueblo de Tilzapotla fue fundado en los años de 1795 a 1796, y que estas tierras pertenecieron por un buen tiempo a las haciendas de Temixco y San Gabriel sucesivamente, siendo sus pobladores arrendatarios de ellas, pagando con toda puntualidad las rentas que los administradores de dichas fincas les imponían, lo que se dejó de hacer hasta el año de 1912, a consecuencia de la lucha armada, en que cada quién actuó por sí mismo en cuanto a la siembra de los terrenos se refiere.
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En el mismo documento solicitan también la resolución que enfrentan con los vecinos de la cuadrilla del Estudiante que reflejan la misma problemática que la anterior, por lo que se desprende que la línea divisora entre estas poblaciones y Tilzapotla era la que corresponde al río Amacuzac; le piden nombre a una persona que, con toda imparcialidad, honradez y apegada a la más estricta justicia, dé equitativamente a cada quien lo que por derecho corresponda.
Como podemos percibir en estos escritos los vecinos de esta comunidad, no tenían el apoyo de las autoridades del estado de Morelos, y por esta misma razón solicitaban en una serie de cartas al Presidente Álvaro Obregón, su intervención para que esta población quedara en la franja del estado de Guerrero y no en la de Morelos; en una de ellas fechada el 12 de julio de 1922, nombran al C. Tiburcio F. Ocampo, Marciano y Jesús del mismo apellido, para que en nuestro nombre y representación, soliciten del señor Presidente de la República una audiencia para que se digne fijarnos como límites entre los estados de Guerrero y Morelos el río Amacuzac, y al mismo tiempo informen verbalmente de los motivos poderosos que existen para no querer pertenecer por más tiempo al estado de Morelos, del que de hecho hemos estado segregados por espacio de 10 años.
En un memorándum le refieren al señor Presidente, que desde 1912 han pertenecido al estado de Guerrero, y que con anterioridad habían realizado gestiones con el gobierno de Porfirio Díaz, y se obtuvo contestación de que ya había ordenado a los gobernadores de ambos estados a fin de arreglar la cuestión de límites de referencia.
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En otro apartado del escrito mencionan que cuando se fraccionaron las fuerzas revolucionarias entre Constitucionalistas y Zapatistas, tomaron el bando para defender a la sociedad y al mismo tiempo al gobierno legalmente constituido, empuñando las armas para combatir sin descanso a las hordas zapatistas que inhumanamente arrasaban estas comarcas, como lo prueban los hechos de habernos incendiado nuestro pueblo en 1919, y dos años antes en 1917, saquearon nuestras casas, robándonos el ganado y las semillas.
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Hubo ocasiones en que la comunidad de Tilzapotla se vio fuertemente presionada por las dos autoridades municipales, la de Huitzuco Guerrero y la de Puente de Ixtla Morelos, cada una exigiendo acatar el mandato que correspondía a su jurisdicción. Así lo corroboran los oficios que dirigieron los presidentes municipales de las entidades respectivas al comisario propietario de dicho pueblo; en una de ellas fechada el 15 de marzo de 1920 transcrita por el Presidente Municipal de Huitzuco, le comunica que debido a que las autoridades de Puente de Ixtla lo han citado para que comparezca ante su presencia, le pide no lo haga ya que esta comunidad corresponde a su jurisdicción, y fueron las autoridades de Guerrero quienes organizaron el nombramiento de la función que desempeña actualmente, dichas autoridades deben de abstenerse de girarle órdenes que no podrá atender sin el consentimiento de este gobierno; menciona también en esta misiva que el gobernador del estado de Guerrero se va a reunir con el de Morelos para procurar la solución de este asunto.
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En otro comunicado dirigido al comisario propietario de Tilzapotla, fechado el 16 de noviembre de 1921, por el Presidente Municipal de Puente de Ixtla Aurelio Villegas, con relación al censo general de habitantes de este lugar, en este oficio le comunica que deberá presentarse ante su presencia antes de 24 horas, anticipándole que de no hacerlo se procederá en su contra por estar ya muy próximos los trabajos del referido censo y haber obrado con demasiada apatía, lo cual dará lugar a aplicarle una multa de $ 25.00.
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El problema de la definición de límites era evidente, pues no era únicamente Tilzapotla el que se encontraba en este atolladero, también estaba Cuaxitlán, Amacuzac, Chisco, etc.
El 4 de marzo de 1891 se celebran en el pueblo de Amacuzac, una serie de conferencias entre los representantes del estado de Guerrero y Morelos, reconociendo dichos diplomáticos que la línea divisora entre ambos estados sería la que corre por la serranía del Ocotlán, dicho convenio fue aprobado el 30 de abril de 1892.
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En el año de 1920 se vuelven a presentar serias dificultades con el estado de Guerrero, por cuestión de límites territoriales, pues las autoridades de Huitzuco invadieron el territorio morelense, para resolver este problema se reunieron en la ciudad de México en el año de 1922, siendo Presidente de México Álvaro Obregón, quien reconoció como línea divisora con el estado de Guerrero, la que pasa por las cumbres de la serranía de Ocotlán, situada al sur del río Amacuzac, el 23 de mayo de 1923.
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Es interesante hacer notar que todos estos documentos oficialmente se inscriben como del municipio de Huitzuco del estado de Guerrero, y según versiones de nuestros ancestros, los trámites y la correspondencia recibida y enviada era por medio del correo que tenía su sede en Huitzuco. Recientemente se rescató una copia de un censo de la cuadrilla de Tilzapotla del año de 1881, en el que se registraban 342 habitantes, que se encontraba en el registro civil de Huitzuco.
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Indudablemente todo apunta de acuerdo a documentos consultados, que el pueblo de Tilzapotla perteneció desde su fundación todavía en la época de la colonia a la ayudantía de Huitzuco, y en los primeros años del México independiente hasta la erección de los estados primero el de Guerrero el 27 de octubre de 1849, luego el de Morelos el 17 de abril de 1869, durante este último acontecimiento fue cuando empezaron los problemas de límites entre los dos estados, y de manera particular de los poblados que estaban al sur del río Amacuzac; y también del poblado y municipio que lleva también el nombre de Amacuzac, que en este caso se encuentra al norte de la ribera del mismo río, que pudo ser la única comunidad el pugnar por pertenecer al estado de Morelos por su representación municipal, y por sus tierras que se encontraban al otro lado del río.
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Aunque las justas demandas solicitadas ante las autoridades competentes por los ciudadanos de Tilzapotla, no tuvieron una respuesta favorable a sus derechos por recuperar los terrenos que originalmente les pertenecían, si lograron más adelante que se les dotara con una buena cantidad de tierras para constituir sus ejidos, recibiendo en 1927 por resolución presidencial la siguiente dotación:
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5,918 hectáreas, distribuidas en 1,479 ha, de temporal y 4,439 ha, de otras calidades que pueden ser de pastizal y cerril. Más adelante lograrían aumentar la cantidad de terreno ejidal con la petición de ampliación de tierras; quedarían pendientes por resolver los límites ejidales con los poblados de Chicatlán y con Cuaxitlán, que recientemente se resolvió favorablemente para el ejido de Tilzapotla, pero también para los ejidatarios de estas poblaciones que recibieron una indemnización suficiente por aceptar con su firma que los terrenos considerados anteriormente como suyos, pasaran legalmente al ejido de Tilzapotla.
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Se pretende realizar un evento para conmemorar los 100 años de su refundación, suceso histórico que debe registrarse en 1919, ya que existe una mayor evidencia de que en este año es cuando se asentaron la mayoría de los pobladores originarios, aunque se debe aclarar que no todas las familias regresarían a fincarse en esta provincia, algunas de ellas tomaron rumbos diferentes. Para festejar tan memorable acontecimiento se necesita del entusiasta apoyo de la gente del lugar, recuerda que descendemos de familias que realizaron con trabajo y esfuerzo grandes obras en beneficio de nuestra comunidad, logrando consolidar la erección de esta localidad sin comparación, ¡festejemos el aniversario de su centenario ya que la grandeza histórica de este pueblo lo amerita!